Como anota Jennifer Ackerman (2016), muchas especies de aves son bastante sociables, lo que se aprecia no solo en su alimentación cooperativa o en la defensa territorial conjunta sino también en el hecho de que discuten entre ellas, se engañan, se unen y se «divorcian», se hacen regalos y juegan. Ha...
omo anota Jennifer Ackerman , muchas especies de aves son bastante sociables, lo que se aprecia no solo en su alimentación cooperativa o en la defensa territorial conjunta sino también en el hecho de que discuten entre ellas, se engañan, se unen y se «divorcian», se hacen regalos y juegan.
Como se sabe, donde hay relaciones complejas hay inteligencias complejas. Gracias a un experimento con herrerillos y carboneros, se observó, en efecto, cómo cada espécimen contaba con características individuales que revelaban un comportamiento consistente a lo largo del tiempo, o en otras palabras, una suerte de temperamento.
Los pájaros de temperamentos similares eran más propensos a juntarse pero, para sorpresa de los investigadores, había una serie de individuos osados que revoloteaban de grupo en grupo, ampliando así sus redes sociales y mejorando con ello su acceso a la información sobre fuentes de alimento o sobre peligros desconocidos.
Parece que en ellas, por el contrario, lo que importa no es la cantidad de relaciones sino la calidad de las mismas. La tarea verdaderamente difícil, al menos desde el punto de vista psicológico y cognitivo, es establecer vínculos estrechos y el proporcionar cuidado parental a largo plazo.